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15 marzo 2014

Pensar otra Educación Física

Mientras se piense y actúe considerando la Educación Física como una pedagogía en la cual el centro de atención es el cuerpo y su capacidad de sudar, estamos destinados a una formación de profesores que primero deben transpirar y después pensar, primero deben correr y después meditar, primero deben mejorar sus capacidades físicas y solo después su capacidad creativa.. Hasta donde conozco, y tal vez usted pueda ser la excepción, tanto los estudiantes como los profesores de Educación Física, están convencidos que su objetivo es lograr que las personas a su cargo desarrollen no solo el hábito, sino además un amor incondicional a la actividad física. ¿No será que por ser obligatoria esta actividad física nunca se podrá transformar en hábito? Las paradojas del sentido común raramente se toman en cuenta, pero debemos recordar que un hábito no nace de la imposición, sino más bien del convencimiento propio que tiene su principal fundamento en la infancia. Es decir, lo que no se aprendió en la niñez, es muy difícil que se desarrolle en la vida adulta. Pero el imaginario social de la Educación Física continúa girando en torno al cuerpo, sus músculos y su capacidad de realizar ejercicios. Ese imaginario es tan poderoso que muchos profesores de Educación Física no superan la práctica de una actividad física repetitiva, rutinaria y francamente aburrida. En esas circunstancias es muy difícil que niños y niñas se entusiasmen por realizar actividad física en vista de superar un sedentarismo casi endémico. Cabe preguntarse entonces, ¿Se piensa en otra Educación Física? ¿Y si fuese una asignatura de libre elección, no obligatoria? Invertir este proceso, implica una mirada distinta desde la fenomenología del concepto “educar” y de la epistemología de la Educación Física, que en el siglo XXI no puede obedecer a parámetros gestados en el siglo XVIII.

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